Antes que nada, disculpas por la demora en la entrega de esta semana. Haré lo posible para que no volver a hacerlo de nuevo otra vez, como Juanse.
¿Llegaste acá sin saber cómo ni para qué? Te dejo mi bio, capaz encuentres alguna respuesta. Y corresponde que aclare: esta newsletter es gratuita, pero como los alimentos no, te invito a suscribirte por una módica suma mensual.
Dicho esto... (¡qué horrible muletilla “dicho esto”, dios!)
¡A lo mío!
El martes pasado, 27 de mayo, Café Tacuba celebró 36 años.
El martes que viene, 3 de junio, se cumplirán 10 años de la primera marcha por #NiUnaMenos en la Plaza Congreso.
Son dos efemérides que no tienen nada que ver entre sí, pero que a mí se me cruzan en un punto titulado “La ingrata”.
Si me conocés desde antes de esta NL, quizás sepas de mi fanatismo incondicional por Café Tacuba, que data de 1994, cuando descubrí Re, el segundo y magistral álbum –en su momento CD– del cuarteto mexicano.
Desde entonces milité a Tacuba en cuanto medio trabajé: los vi y entrevisté decenas de veces, escribí montones de críticas, comentarios, crónicas, reportajes. Para mí, Café Tacuba –o Tacvba, no me acostumbro a escribirlo así– fue y probablemente siga siendo una de las cinco mejores bandas de rock en español de todos los tiempos y lugares, y habría que ver cuáles son las otras cuatro. Vale decir: no soy neutral, soy fan. En algún otro posteo desarrollaré y documentaré un poco más en detalle mi denodada simpatía por Rubén Albarrán, Meme del Real, Joselo y Quique Rangel. Esta vez me concentraré en La ingrata, tema 2 de Re y eje de una situación que desencadené algunos años atrás, sin querer. Y que está relacionada con el movimiento #NiUnaMenos, claro, porque si no ¿cuál sería el punto en el que se cruzan ambos temas?
Genuinamente conmovido por los cientos de miles de mujeres que venían marchando en todo el país para poner los femicidos en la agenda social y política, tiempo atrás escribí en Facebook un breve texto en el que manifesté mi tristeza tras haber “descubierto” que La ingrata es un divertido y contagioso corrido mexican-ska cuya letra –como muchas del estilo– cuenta la historia de un despecho que, en este caso y llevado al paroxismo, termina en femicidio. No es necesario un máster en semiología para advertir que la canción es una joda. Sin embargo, por aquellos días me resultó inesperadamente incómoda y, acaso sobregirado de feminismo, hice pública mi incomodidad.
El movimiento #NiUnaMenos viajó rápidamente por todo el mundo y llegó a México, donde los ecos del #MeToo norteamericano y el históricamente escalofriante número de asesinatos de mujeres por el solo hecho de ser mujeres fueron contexto fértil para darle especial relevancia al reclamo. (No en vano, fue en México donde se habló por primera vez de “feminicidio”.)
¡¿No va que en 2017 Humphrey Inzillo –amigo periodista a quien convertí al credo tacvbo allá por mediados de los 90– usó ese texto como inspiración para preguntarle al cuarteto mexicano sobre el asunto?! ¡¿Y no va que a partir de esa pregunta y la reflexión interna que desató, Café Tacvba decidió quitar La ingrata de su set list?
No encontré la entrevista de Humphrey, pero en este link, en este y en este es posible rastrear un poco la historia.
En diciembre pasado entrevisté por zoom a Joselo Rangel, guitarrista y compositor tacvbo, a propósito de los 30 años del lanzamiento de Re. La nota salió publicada en la edición online de la revista Acción, pero me quedó mucho material afuera. Esta semana, escroleando Instagram, vi a Joselo, Meme, Rubén y Quique brindando por los 36 años del cuarteto y no se diga más: “Aniversario de Café Tacvba, tengo la entrevista con Joselo, voy con eso”, pensé con la sagacidad periodística intacta.
Revisé el archivo, lo cotejé con el texto publicado y observé que la historia de La ingrata, que en Acción se redujo a un párrafo, en la charla se extendió por varios minutos. Y dado que la polémica en torno a la canción tuvo origen en algo que escribí después de una de las marchas por #NiUnaMenos, y en estos días se conmemora un nuevo 3 de junio... acá estoy.
¿Acaso el periodismo no es el arte de relacionar datos?
Si te da paja mirar el fragmento de la entrevista, acá te lo transcribo.
Dice Joselo.
–La canción le escribió Emmanuel del Real. Él llegó con la canción y dijo a mí lo que me gusta mucho es que crecí escuchando esta música, así que hice una canción y me salió esto. Y la canción fue así, nunca vimos o nunca percibimos esta parte del feminicidio sino como una parte de la lírica de este tipo de música. Era como, si se quiere, una parodia, una exageración completa, una caricatura. Y la gente la tomó así, la adoptó como la canción más famosa de nuestro grupo. Se volvió un hitazo acá en México, la ponían en fiestas, en bodas, la bailaba gente mayor y niños, y a todos les fascinaba. En ciertos momentos era tanto el rollo de la canción que empezábamos el concierto y la gente empezaba en gritar ¡ingrata, ingrata! desde el minuto uno. Así que lo que hacíamos era bueno, la tocamos y ya, quien quiera irse, que se vaya si nada más quería escuchar esta canción. A ese nivel llegó. Por ejemplo, cuando hicimos una gira con (Gustavo) Cerati con el ‘Bocanada’, Rubén decía bueno, pero es que si tocamos ‘La ingrata’ no tiene nada que ver con esto, o sea... Si vamos a tocar los dos juntos, pues es como que se sale mucho del estilo. Mejor busquemos canciones que tengan más que ver con el ‘Bocanada’ para hacer como una especie de combo musical. Porque la idea era el ‘Bocanada al revés’ o algo así. Y en esa gira no tocamos ‘La ingrata’, tocamos otras cosas del álbum instrumental ‘Revés’.
–Pero sí, como les pasa muchos grupos, es una canción que se volvió tan famosa que llegas a decir ay, no sé si quiero cantarla. Y cuando nos llegó esta pregunta que nos hizo Humphrey, Rubén se quedó y dijo pues sí, la verdad es algo que yo he pensado últimamente, ya no me siento tan contento de cantarla. Y entonces ese ese día que íbamos a tocar, dijo oigan, no me siento bien cantando esta canción con todo esto que está pasando... Y fue así, ni siquiera hubo una plática o una decisión. Fue no me siento bien cantando esto. Entonces bueno, ¿cómo le vas a decir a alguien que tiene que cantarla? Sobre todo al vocalista, que es el que está mandando un mensaje. Porque yo puedo tocar cualquier canción en la guitarra, no me conflictúa tanto, no tengo que pensar tanto si esta canción es tal cosa o tal otra, yo hago mi parte y tal. Pero sé que, en términos vocales, lo que dices es muy importante, ¿no?
–Y en las entrevistas, todos decíamos bueno, que conteste Rubén, que es el que propuso esto. Y él decía que lo que le gustaba era el diálogo, que la gente se esté cuestionando el tema a partir de nuestra decisión de no tocar una canción, de qué se trata todo esto que estamos viviendo. Muchos decían que dejar de cantarla no iba a solucionar nada, y otros decían que al contrario, se va a solucionar todo porque hay que cambiar el discurso. Pero todo sucedía alrededor de nosotros más que dentro del grupo. Han habido otras canciones que hemos decidido dejar de tocar y no pasa nada, nadie nos dice absolutamente nada. A lo mejor ni se enteran, pero aquí se volvió todo un asunto muy polémico. Para mí lo más importante es que eso haya sucedido, ¿no? Pero la gente siguió pidiéndola, así que cuando estábamos viendo cómo celebrar los 20 años, Rubén dijo me gustaría invitar a una chava que cante la canción, que cante como su versión de la canción. Y lo hicimos con Andrea Echeverri, de los Aterciopelados, y con Jessi Bulbo, una chava mexicana que tiene su proyecto.
–Y funcionó pero hasta cierto punto porque la gente al final cantaba la letra que ya se sabía, entonces llegó un momento en el que Rubén dijo oigan, saben qué, vamos a tocarla. Y Emmanuel dijo pues podemos ponerle ‘Ingrato’, ¿no? O sea, nada más cambiarle eso, como que hay ingratas y hay ingratos, y luego apareció la X por este nuevo lenguaje inclusivo, y hay hasta camisetas que tienen este asunto. Así que bueno, si la gente está tan deseosa de escuchar la canción, pues que cada quien la resuelva en su vida y en su mente y con sus valores y con todo lo que tenga. Si Emmanuel compuso una canción que no es directa ni es una apología del feminicidio ni está propiciándolo, pues que la gente lo escuche con una mente crítica o que se divierta. Y ahora, cuando Rubén presenta la canción, dice la violencia no nos lleva nada, como diciendo si van a cantar esta canción, nada más sepan que la violencia no nos lleva por buen vivir.
–Luchar contra todo eso era desgastante. Terminábamos un concierto y la gente se quedaba mucho tiempo gritando ingrata, ingrata hasta que ya se daban cuenta de que no le íbamos a tocar. Y mucha gente se molestaba, hubo alguien que hasta agredió al baterista invitado. Llegó alguien que le dijo ay, yo nada más vine por ‘La ingrata’, ¿por qué no la tocan? Y no sé, yo soy músico invitado, a mí no me digan, reclamen a ellos... Entonces hubo una parte del público que celebró el hecho de que no la tocáramos, y otra que decía pues es una canción, ¿no?
–Bueno, entonces aprovecho este momento para pedir humildemente perdón por haber disparado semejante polémica.
–Pero la verdad es que fue oportuna la pregunta. Pero yo creo que sí, tiene que haber el criterio de la persona que está recibiendo el mensaje; no como ahora, que está sucediendo todo este asunto de los libros que están queriendo sacar de las escuelas, como diciendo que la gente es tonta y no tiene un criterio para poder leer una novela y decir bueno, esto es ficción ¿no? O sea, que la gente decida por sí misma qué es lo que va a pensar.
Joselo se refería, entre otros, a Cometierra, la novela de Dolores Reyes que el año pasado el Gobierno intentó retirar de la lista de libros recomendados para los últimos años del secundario en la provincia de Buenos Aires. Después la entrevista se fue por otras ramas que aquí no vienen al caso. Pero en ocasión de los aniversarios de Café Tacvba y del #NiUnaMenos, se me hace pertinente este recuerdo.
Hoy Café Tacvba atraviesa uno de sus habituales y saludables recesos, que algunos aprovechan para darle pista a sus proyectos individuales. Meme del Real, por ejemplo, está lanzando su primer disco solista, que presentó semanas atrás en el Quilmes Rock y en Café Berlín.
Tal como dice Joselo, en los últimos años, La ingrata volvió a ser como era. A pesar del intento por hacerla un cuadrado y deformarla en un triángulo, la canción volvió a su forma original. Sin embargo, no es la misma. La ingrata sufrió una metamorfosis. Como todos nosotros, a quienes el tiempo, las luchas, las ideas, los progresos y las reacciones conservadoras nos modificaron, nos alteraron, nos dejaron marcas.
Por supuesto: hoy no escribiría aquello que posteé en Facebook. No por lo que dio origen a ese texto, que lejos de buscar cancelación, aportó a un debate que hoy creo saldado pero que por entonces parecía insoslayable: ¿es correcto mirar, juzgar, consumir arte de antaño con parámetros contemporáneos?
No escribiría algo así porque hoy la respuesta es obvia. Al menos para mí.
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