Hola, ser leyente.
Una vez más debo dar inicio a mi publicación semanal con una disculpa. Demoré más de 24 horas para subir esta edición de #FuiRock y no siento orgullo por ello. Otras obligaciones me demandaron más tiempo del por mí deseado. Me esforzaré para evitar que vuelva a ocurrir.
Si no estabas esperando con ansias este nuevo posteo y si, más aún, no tenés ni idea de quién está detrás de este texto, te dejo mi bio.
Y por si tampoco lo sabés, te comento: esta publicación es gratuita, pero podés suscribirte voluntariamente por una módica suma mensual.
Ahora sí, vamos.
Fue boludeando en Instagram que el sábado pasado me encontré con este video, cuya existencia desconocía.
Por si te da paja hacer click: Fito Páez canta Instan-táneas –maravilla incluida en el todavía más maravilloso La la la– con un tecladito Casio sobre un escenario no muy bien iluminado. Está solo, hasta que por la mitad del clip aparece Luis Alberto Spinetta, se pone al lado y le hace coritos. Es una única toma, se escucha medio fulero y se ve peor, pero la escena es de por sí conmovedora: verlos a Fito y al Flaco juntos, tan en plenitud y a la vez tan de entrecasa, no es inocuo.
El hallazgo me emocionó especialmente porque se trata de la presentación de Queríamos tanto a Olmedo, el libro que escribimos con Ingrid Beck, Paula Rodríguez, Daniel Riera, Sergio Ranieri y Silvina Bordoy, que empezó como investigación final para nuestro último año en la escuela de periodismo TEA, y terminó agotándose en kioscos y librerías.
A ver si nos entendemos: ¡¡¡Páez y Spinetta cantaron en la presenteción de mi primer libro, que salió cuando yo tenía 22 años!!!
Debería haber puesto más signos de exclamación.
La presentación “oficial” de Queríamos tanto a Olmedo ocurrió el lunes 8 de abril de 1991. Sé la fecha precisa porque encontré documentación probatoria que adjunto.
También encontré otro documento, en este caso fílmico y en blanco y negro, en el que Sergio –quien encabezó el proyecto– explica de qué iba el asunto a un periodista de ¡Cablevisión! El que está a su lado en prudente silencio soy yo. No recordaba la entrevista, de manera que tampoco sé si logré meter un bocadillo.
Haber hallado el clip de Fito con el Flaco un 7 de junio, Día del Periodista, fue una curiosa casualidad. De algún modo, el “libro de Olmedo” fue uno de mis principales bautismos profesionales. Por supuesto que hubo otros, unos pocos antes –cuando publiqué mi primera nota en Sex Humor; cuando co-conduje mi primer programa en FM La Boca– y muchos otros después. Pero si bien ya venía trabajando desde hacía un par de años en Ediciones de la Urraca, el “libro de Olmedo” resultó clave para mí: a instancias de Carlos Ares –entonces co-director de TEA– fue ese mismo grupo el que fundó la revista de noticias de cultura La Maga, que empezó a salir al año siguiente.
No sé qué fue de la vida de Sila –la crucé alguna vez en una productora de televisión que ya no existe–; fue triste saber que Sergio falleció el año pasado. Del resto del grupo sé casi todo: con Dani y con Paula compartí varias redacciones y ojalá vuelva a compartir proyectos; con Ingrid comparto todo desde hace tres décadas. Los cuatro logramos convertirnos en periodistas. En el caso de ellos tres, en excelentes periodistas. Podría decir que TEA, “el libro de Olmedo” y La Maga moldearon los periodistas que pudimos ser y que, a pesar de crisis, renuncias, despidos, disgustos, juicios y hostigamientos, seguimos siendo.
Aunque... ¿Sigo siendo periodista?
Lo primero que pienso es: si periodista es Joni Viale, es obvio que no. Pero si periodista es quien cobra 11 mil pesos por una colaboración, tampoco quiero ser eso. En cualquiera de los dos casos, la vergüenza es la misma. No sé exactamente qué imaginaba que podría llegar a ser el oficio cuando me recibí en TEA. Sí conservo fresca la sensación de tengo-todo-por-hacer que experimenté aquellos días en los que el “libro de Olmedo” era una feliz novedad.
34 años después, son demasiadas las voces que suponen estar diciendo algo importante cuando afirman que el periodismo está muerto. Pero aunque cada año me sorprendo un poco más cuando llega el 7 de junio y alguien me desea feliz día, en el fondo creo que sigo siendo periodista.
Acaso porque sé que nunca seré un artista.
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